Seleccionar página

Seguro que a los más románticos, artistas y/o nostálgicos, esta frase les resultará conocida o incluso saliendo de la boca del mismísimo Pablo Picasso, aunque su famosa frase, literalmente, era:

Cuando llegue la inspiración, que me pille trabajando

Y es que, si una cosa me ha enseñado la vida durante todo el tiempo que llevo disfrutando de ella, es que hay que estar ahí, pero no sólo estar por estar, sino que hay que estar con la predisposición adecuada, siempre alerta, moviéndote y trabajando para que las cosas sucedan.
Esa lección, aunque con el tiempo me he dado cuenta que me la han enseñado desde pequeño, desde cuando me tocaba hacer “horas extra” después de clase o tras salir de fiesta para trabajar ayudando a mi padre (no quiero hacérmelas de Bustamante, pero es la realidad), atendiendo el campo o trabajando de albañil; esa lección se me ha ha quedado interiorizada cuando, uno de mis primeros jefes, un gestor de comerciales de tarjetas de crédito a puerta fría, me encargó como uno de mis primeros deberes leerme el “Libro de la buena suerte“. ¡Ese libro me cambió mi percepción de la vida!. Me hizo ver que, todo lo que había hecho hasta ese momento, era sembrar (muchas veces en el sentido literal de la palabra) para después recoger en mi futuro. Desde entonces, no he dejado de perseguir mi buena suerte.
Soy de esas personas que no pueden estar paradas un segundo, cada instante es un momento perfecto para tener una idea loca o hacer algo “diferente”.
Recuerdo una entrevista de Risto Mejide a Mariscal, en Chester, en la que el entrevistado afirmaba que “Cuando no tienes dinero, das una patada a un farola y el dinero viene sólo“. Por supuesto, hay que tener mucho cuidado al decir esta frase y, como no, “un par”. Y es que, aquellos que no saben de qué trata la buena suerte, pensarán que la gente que dice cosas como estas están locas o son unos fanfarrones. Pero la realidad, casi siempre nos demuestra que es así, que cuando te mueves haces que ocurran las cosas. Además, el propio Mariscal añade que, no es tan importante tener dinero como estar bien con uno mismo, siendo clave para conseguir nuestros objetivos.
La buena suerte -no sé si llegados a este punto has intentado leer al menos el prólogo del libro, pero te recomiendo que no lo dejes para mañana- se trabaja, para que, el día menos pensado y cuando casi más lo necesitas, te llama un antiguo compañero, un ex jefe, una persona que has conocido en un evento, para ofrecerte un trabajo o una nueva oportunidad. Y en esos momentos es cuando, alguno de esos que conoces que están esperando a que alguien (vaya usted a saber en qué cuerpo y/o forma) les vaya a llamar a la puesta de su casa, sin haber movido un dedo, y te dicen eso de “jolines, qué suerte has tenido!”.
No me gusta mucho hablar de mi mismo, aunque no conozco una forma mejor de expresar las cosas que cuando las has vivido personalmente, pero te aseguro que la suerte es más rápida que yo: en mi pueblo ha tocado la lotería, en mi oficina (a media oficina) le ha tocado la lotería, pero a mí nunca. Puedo decir que ¡la suerte me persigue, pero soy más rápida que ella!. Eso sí, también te aseguro que, desde que tengo poder de decisión, me he movido tan rápido, trabajando duro y haciendo todo lo que he querido, que a la mala suerte, no le ha dado tiempo a pillarme.
Si nunca ha visto algún vídeo de Emilio duró (y si lo has visto vuelve a hacerlo) te invito a que lo hagas.

Y, para terminar esta pequeña reflexión, me gustaría volver sobre la idea de trabajar, trabajar y trabajar. Estar siempre al pié del cañón. No digo trabajar 15 horas en tu empresa, no pretendo que estés para atender 24/7 horas a tus clientes, pero sí trabajar duro en tu vida profesional y personal, en tu tiempo libre, iniciar proyectos propios, ayudar a otras personas, colaborar con ONGs, entrenar a un equipo de chavales deportistas, aprende cosas nuevas, escribe un blog, lo que sea, pero muévete, haz cualquier cosa que te haga crecer.
No dejes que la pereza se apodere de ti, sólo te hará más lento. Ponte en movimiento, todos tus músculos lo harán, incluso los del cerebro y, seguro que tarde o temprano, la inspiración te pillará trabajando. Disfruta de la vida. Haz de tu vida una experiencia.